¿Remember?

Como cuando yo era pequeño. No sabia muy bien en lo que pensaba, simplemente hacia las cosas y ya y lo disfrutaba sin temor a las consecuencias, no por eso dejaba de pagarlas pero bastaba con llorar un rato y seguir como si nada hubiera pasado, con la lección bien aprendida como las tablas de multiplicar que viene a mi mente en una forma mecánica he inconsciente. Bendita inocencia de los niños a los que todo se les perdona, hasta la crueldad. No me imagino un mundo de adultos con la conciencia de un niño, supongo que seria muy crudo y genuino por la capacidad de reaccionar con la primera impresión y la frescura de la sinceridad al no comprender del todo bien lo que esta pasando y de no pretender fingir hacerlo. Siempre preguntando, siempre aprendiendo sin soberbia o dignidad que proteger, siempre curándonos de los raspones del juego, riéndonos y sin dejar de jugar. Con aquel brazo enyesado anhelando el día en el que nos lo quitaran para volver a trepar a ese árbol del que nos caímos. Sin ningún problema, nada importaba demasiado y siempre volvíamos a intentar. El tiempo no existía y lejos de ser una preocupación queríamos que corrieran tan rápido como nosotros, y estábamos listos para la siguiente gran aventura.
¿En que punto todo empezó a importar tanto? Hasta lo más trivial, haciéndonos un hoyo en el cerebro y otras tantas en el corazón y lejos de enfrentar la situación, replegarnos en el más oscuro rincón de nuestra mente sin poder aceptar del todo bien que siempre vamos a fallar y seguiremos haciéndolo. Nadie es perfecto y entonces ¿Por qué buscar la perfección? Y después de la perfección ¿Qué más hay?
Todos los caminos, cualquiera que eligiéramos esta bien y nunca nos preguntábamos ¿y si hubiera? Eso no existía, disfrutábamos el paisaje y el destino solo era un lugar para descansar y continuar en otro nuevo sendero sabiendo que cualquiera de ellos siempre nos llevaría al hogar.
Ya no hay tiempo para dialogar, para filosofar, para disfrutar de aquello tan simple sin pensar que estamos varados sin aprovechar el tiempo al que ahora solo le vemos el polvo que levanta delante de nosotros y al que ya no podemos alcanzar, supongo se aburrió de nosotros y decidió huir por prestarle demasiada atención, lo agobiamos y no le dimos un respiro, lo miramos con desconfianza y temor, sintió demasiada responsabilidad y lo mejor que se le ocurrió fue correr y correr para escapar de nosotros sabiendo que si lo alcanzábamos lo íbamos a querer contener en un punto estático para siempre.

Como cuando yo era pequeño y todo era novedad.